Calor en la Sombra

“Calor en la sombra” no sólo es un álbum de la banda estadounidense de hard rock KISS, lanzado en 1989, y en donde se incluyen éxitos como “Forever”, “Cadillac Dreams” y “Hide Your Heart” (Esconde tu corazón), y en cuya portada Hot in the Shade (Calor en la Sombra) aparece una pirámide egipcia, que alegre se protege del ardiente sol con lentes negros.

“Calor en la Sombra” es el espacio de periodismo y difusión que ustedes estaban esperando, en el que aparecerán textos principalmente de mi autoría y a veces de amigos invitadoscomo artículos de análisis, frescos ensayos, crónicas, reseñas de libros, notas periodísticas, así como entrevistas, semblanzas o retratos de personajes del arte, la cultura, y por qué no, hasta de la política, entre otros temas de interés.

Así como algunos personajes pintorescos de dominio público y otros de la calle, que deambulan bajo la sombra del anonimato, y que en muchas ocasiones han aportado algo al mundo; aunque el mundo se haya olvidado de ellos.

Será también un espacio de difusión de otros blogs afines de periodistas y escritores amigos, plumas finas y lentes tenaces como el cronista Kristian Antonio Cerino, el periodista Víctor Ulín y el reportero gráfico Jaime Avalos, por mencionar algunos, relacionados a la causa, que viven y trabajan y respiran bajo la lluvia de fuego de Tabasco “Capital mundial del calor y los mosquitos”, donde la temperatura se dispara por encima de los 45 grados, y alcanza a la sombra, los 40. Tierra donde El sol se saca del bolsillo el día.

Ya sea en tu computadora, en tu BlackBerry o en un periódico que los publique, estos textos son ideales para disfrutar en la oficina, en el sofá de tu casa o en una hamaca… Siempre bajo el Calor que nos brinda la Sombra.

Sean ustedes bienvenidos, esta es su casa, pueden entrar en ella cuando ustedes gusten, o como dijera la canción de Eagles, Hotel California: “Puedes visitarlo cada vez que quieras, pero nunca lo podrás dejar…”

Atentamente:

Jaime Ruiz Ortiz

Fotografía de portada: Ricardo Cámara

Diseño de portada: Armando Gómez Romero

jueves, 20 de septiembre de 2012

Pequeño Bastardo, el auto maldito de James Dean


Por el artista gráfico: Armando Gómez Romero.
(Técnica Mixta)

Pequeño Bastardo,
el auto maldito de James Dean


Por Jaime Ruiz Ortiz


UNO

Cuando Stephen King escribió su célebre libro sobre el auto asesino, Cristine, que luego se convertiría en una exitosa película, pudo haberse inspirado en el auto maldito de James Dean.

El Pequeño Bastardo era el apodo con el que James Dean bautizó a su Porsche 550 Spyder, el día que se lo entregaron. Su amigo, el actor Alec Guinness, al conocer aquel demonio, le lanzó una advertencia: “Ese coche tiene algo de siniestro”, le dijo días antes del fatal accidente. Pero Dean pasó por alto aquel aviso.


Dean estrenando su más reciente adquisición (Fotos: Google)

“Si te metes en ese coche, te encontrarán muerto la semana que viene”
Alec Guinness
Actor que años más tarde daría vida a Obi Wan Kenobi, en la saga Star Wars



Corría el año de 1955, y en esos días, el protagonista de Al este del Edén y del que sería todo un éxito taquillero Rebelde sin causa; acababa de filmar su última cinta: Gigante, y para celebrar el fin de ese rodaje, el aventurero y eterno rebelde actor se marcharía para acudir a una carrera cerca de San Francisco.
  
La noche anterior dejó su gato en manos de Elizabeth Taylor, “por si algo malo me ocurre” —le expresó a su amiga actriz de ojos violeta.

Antes de ir a la carrera había llevado su automóvil a los talleres Competition Motors para poner la máquina a punto. Acompañado de su mecánico y amigo, Rolf Wutherich, un alemán enviado por Porsche para apoyar a los nuevos propietarios estadounidenses, decidió hacer unos kilómetros con el coche… Se le olvidó encender las luces.





Plateaba la tarde del 30 de septiembre de 1955. James Dean conducía en la autopista de Salinas, en Paso Robles, California, y entre las rutas 41 y 46, la muerte se le atravesó en su camino a las seis menos diez de la tarde, vestida de un Ford Custom Tudor, conducido a gran velocidad por el joven estudiante Donald Turnupseed.


         “Ese chico tiene que parar…                                                                                                               Él nos verá”
Fueron las últimas palabras de Dean

Colisionaron frontal y lateralmente. Dean intentó esquivarlo, pero el actor murió casi de inmediato al romperse el cuello.

Por irónico que parezca: un anuncio publicitario que advertía sobre los peligros de la velocidad fue su último trabajo. Sin poder llegar a ver sus últimas dos películas, Dean había esculpido en las páginas de la eternidad, su epitafio: Vive rápido, muere joven, y deja un cadáver hermoso.

—No vi venir a Dean por el carril opuesto —declararía más tarde el conductor del Ford.

El resplandor de aquella tarde y el color plateado del Bastardo habían cobrado su primera víctima documentada.



DOS

Dicen que el Bastardo tenía una maldición que comenzó el mismo día en que Dean murió y se remolcó el Porsche en un camión: el chofer murió aplastado por el mismo auto durante su traslado.

Después, un especialista en la preparación de autos para Hollywood compró el automóvil (o lo que quedaba de él) en 2 mil 500 dólares. Cuando llega a su taller cae y le rompe las dos piernas a uno de sus mecánicos.

Se dice que George Barris, su nuevo dueño, se lo presta a la Patrulla de Carretera de California, para que lo exhiba como muestra de lo que la imprudencia puede hacer. La noche anterior a que lo trasladen, el garage de Barris se incendia, quedando quemados y destruidos todos los autos, menos The Little Bastard.

Parecido a la película Cristine (que: cuenta la historia de un automóvil aparentemente poseído por fuerzas sobrenaturales, novela publicada en 1983 y llevada al cine en ese mismo año) escrita por King, en donde su dueño lo transformó en un cubo de hierro en una máquina para hacer chatarras. Barris, asustado, incrédulo, intentó por todos los medios deshacerse de aquel demonio, y decide venderlo por piezas entre los aficionados a las carreras.

Ya dividido aquel demonio en partes: El comprador del motor del Little Bastard muere en un accidente en la misma carrera en la que debutaba.

Días más tarde se accidenta violentamente William Eschrid, que había adquirido la transmisión, quedando en estado de coma.


Comienza a circular un extraño rumor que culpa a la ex novia de Dean, Maila Nurmi, conocida como “Vampira”, y que fue abandonada por el actor cuando este alcanzó la fama, de ser la causante del accidente a través de ritos de magia negra. El propio Dean años atrás reconocía en una entrevista la atracción que esa chica tenía por las fuerzas de la oscuridad, y el dinero con el que se compró “Little Bastard”, iba a ser para comprar la casa de ambos.



El volante del Porsche de Dean se lo quedó Barris. Un joven pierde un brazo al intentar robárselo.

Los neumáticos de aquel Bastardo fueron vendidos a otro joven, que a bordo del infierno sobre ruedas en que se había convertido su auto, se accidenta cuando se le revientan las dos ruedas (explotaron al mismo tiempo, se dice). El accidente ocurrió debido a un desperfecto en las gomas de los neumáticos explicaron más tarde especialistas.

Por último, todo termina en 1958, cuando Barris prestó la carrocería que fue trasladada para otra exposición en Miami, pero el camión que lo transportaba desapareció. Jamás se supo del paradero del Maldito Bastardo de James Dean. Tampoco el paradero de quienes pudieron haber sido sus futuros dueños, de quienes nadie conoció su muerte...



CONOZCA MÁS del tema en:





Video ‘Objetos Malditos’: