Audomaro Ernesto, Jaime
Ruiz, Antonio Solís, y el poeta Nezih Einar
Texto
leído durante en la presentación del libro Señal
de Humus, en la galería de arte el Jaguar Despertado
Por Jaime Ruiz Ortiz
Todos los sábados, un nutrido grupo de jóvenes se juntaban,
alegres por la tarde en el Jaguar Despertado, a tomar café, fumar, platicar
sobre literatura, y a reparar sus poemas, cuentos y ensayos, conducidos de la
mano de Antonio Solís.
En el ámbito literario tabasqueño, Solís pulió una cantera de jóvenes
poetas que poco a poco fueron ganando terreno, al igual que los más
importantes premios literarios a nivel estatal y nacional.
ntonio Solís Calvillo ha
sabido desenvolverse en todos los ámbitos. Es maestro, poeta, periodista,
conferencista, coordinador de talleres literarios, y hasta ha incursionado en
la política. Coordinó en Tabasco el taller literario más ganador en cuanto a
premios literarios se refiere.
Fue hace más de doce años,
trece para ser más exactos, que escuché hablar —a través de algunos allegados
al taller literario En busca del tiempo
perdido, que conducíamos en el Centro Cultural Villahermosa—, de un tal Antonio Solís Calvillo.
Estamos hablando del año
2002 o 2001. Eran los tiempos en que Villahermosa se estaba cambiando sus
vestiduras, y la literatura local estaba más que viva que nunca. Acababan de
formar la Red Municipal de Talleres Literarios, en la que varios de nosotros
participábamos.
El Taller Literario de la
Sociedad de Escritores Tabasqueños “Si me han de leer mañana”, conducido por
Teodosio García Ruíz y Luis Alonso Fernández Suárez, lucía a retacar. Varios de
nosotros como Lorenzo Morales Malasangre,
Daniel Peralta Guzmán, Álvaro Solís Castillo, Luis Gámez, Víctor Gerardo
Grajeda Vargas, Wilber Albert, así como Zoila Estrella de Dios, Dulce Burgos y
la poeta Betty Pereda, entre otros, acudíamos los sábados por la mañana a dicho
Taller, en Sáenz 206, y éramos testigos de cómo la carnicería de versos era a
veces brutal.
Estaba también por fundarse
la Escuela de Escritores, y el escritor Mario de Lille Fuentes y otros se
debatían por el nombre que llevaría dicha Escuela: “José Gorostiza” o “Fernando
Nieto Cadena”.
Ciprían Cabrera Jasso
caminaba por las calles de la ciudad, regalando versos y abrazos, con pelo
corto y sin barba, mientras Teodosio García Ruíz publicaba en esos días su
célebre libro titulado: “Villahermosa, peligro para caminantes”.
Ahora bien, mientras todo
eso sucedía, todos los sábados, un nutrido grupo de jóvenes se juntaban,
alegres por la tarde en el Jaguar Despertado, a tomar café, fumar, platicar
sobre literatura, intercambiar puntos de vista, y a reparar sus poemas, cuentos
y ensayos, conducidos de la mano del escritor Antonio Solís.
En el ámbito literario
tabasqueño, Solís pulió una cantera de jóvenes poetas que poco a poco fueron
ganando terreno, al igual que los más importantes premios literarios a nivel
estatal y nacional.
Entre esos jóvenes,
estaban Pedro Luis Hernández Gil, Beatriz Pérez, Diana Juárez, Verónica Sánchez Marín, Arturo Feliciano
“Chano” Méndez, Audomaro Ernesto Hidalgo, Pascual Junco y Alejandro Breck,
entre muchos otros que mi memoria no alcanza a recordar en este momento.
Pero ¿Qué es lo que este
taller nos revelaba: una moda, una epidemia literaria, un contagio intelectual?
Algunos se preguntaban ¿Por qué los alumnos de Solís Calvillo —más
de dos o tres— fueron adjudicándose el
premio Estatal de Poesía y el de Cuento
de la Feria; el Premio Tabasco de Poesía José
Carlos Becerra, así como otros premios
nacionales de poesía?
Yo sólo atribuía esto a
una sola cosa: Al trabajo duro.
El Taller literario
conducido por Solís Calvillo, lo ganó casi todo.
Una
tarde, por cuestiones de trabajo y de tiempo, el poeta
Antonio Solís, quien había sido director del diario La Verdad del Sureste, tomó
su pluma y su libreta y, como bebiendo la partícula de Dios, habló a sus discípulos
y les dijo: “Haremos un receso”. Y decidió convertirse en un embajador de la
palabra.
Hoy es el Coordinador del
IV Comité Regional Sur Sureste de la Conalmex/Unesco, y desde hace más de un
año, desde esa fecha Solís Calvillo anda de evento en evento, en preparatorias,
secundarias y en primarias, impartiendo charlas sobre la importancia de la lectura,
o en un café, intercambiando frases, ejercitando los demonios de la lengua, así
como en presentaciones de libros, o cortando el listón de un evento. Es un
embajador de la palabra.
Hoy, el pretexto para
estar aquí reunidos con gusto, familiares, amigos, ex alumnos de Antonio Solís,
es su más reciente libro titulado Señal
de humus.
Señal
de humus es una reciente publicación del Gobierno del Estado de
Tabasco a través del Instituto Estatal de Cultura. Su tiraje consta de mil ejemplares.
Los títulos de sus textos son
regularmente de una sola palabra. Como dardos certeros contienen el veneno, la
palabra, el reflejo de lo que a continuación se leerá.
Llama la atención que
todos estos textos son de un sólo párrafo: Son breves y precisos, de menos de
una sola hoja.
Señal
de humus puede ser leído de varias maneras que a continuación
les recomendaré:
Puedes abrirlo de
cualquier parte y escoger un texto al azar. Puedes leerlo de principio a fin, o
del final hacia el principio, o por temas o títulos.
Antonio Solís: EL HOMBRE DE LA ETERNA GUAYABERA
Por la brevedad y contundencia
de sus textos, Señal de humus lo
puedes leer en cualquier parte: en la sala de tu casa, en el transporte
público, en la parada del camión, o en una banca de un parque.
Como dije, muchos, o la
mayoría de sus textos están titulados de una sola palabra: Condena, Utopía,
Artificio, Dicen, Cartas, Adivinanza, Pan, Huída, Taco, Topos, Búfalo,
Máquinas, Dicen, entre muchos otros.
En Señal de humus, el autor del libro Las malas compañías y el ex Director de la Sociedad de Escritores
Tabasqueños “Letras y Voces de Tabasco”, Solís Calvillo le escribe a todo lo
que se mueva: La mosca, Las Manos, a La luz, a Una bala perdida.
Este libro también puede
leerse como crónica literaria o mini crónica. En él Solís Calvillo es pura observación.
Es un francotirador de las palabras, donde las situaciones cotidianas, varias
veces ocurridas en la vida, nos parece ocurrir por primera vez. Como dijera
Sabines: Hacerte el amor mil veces de la
misma manera distinta. Calvillo retrata una realidad, un mundo que “por las
prisas, nadie ve”.
En esta crónica de un instante
el tiempo es breve. Escribe:
Todo tiempo
Un instante es como un rayo. Deslumbra
y mueve árboles con su estruendo. Sacude pensamientos piedra o petrifica los
pensamientos ligeros. Todo tiempo es el nuestro en el azar, la circunstancia.
Son cicatrices, huellas, besos. Y son las palabras que nos nombran y nombramos.
Todo tiempo es este.
La brevedad del tiempo
galopa en la palma de la mano, del reloj. El autor detiene el tiempo, lo amasa,
lo muele con trozos de cicuta y eternidad, y nos dice: “Mis manos dirán
discursos en ti mañana”.
Tal vez por su incursión
en el periodismo, escribe lo siguiente:
Pido
Café
Pido café con pan
tostado y mantequilla. Y me sirven en bandeja de plata una cabeza sonriente. Es
de mal gusto, digo, servir algo que no pide uno. No me enojo, por supuesto.
Pero es algo raro estar en una situación así, incómoda. Café por cabeza humana.
Qué pena. No horror o algo parecido. Entonces se me ocurre algo genial:
cambiarme de mesa. Pido de nuevo un café y me lo sirven. Asunto arreglado. Aromático,
caliente y humeante. Y pan con mantequilla.
Este libro es reflexiones,
periodismo, mini crónicas, anécdotas. Señal de humus es poesía, prosa poética. En
él podemos encontrar bellas imágenes como Una
voz taladra como carpintero. El viento mueve cabelleras de niños que se asoman.
Fantasmas salen de sus cuevas para decirte al oído historias pasadas, con cantos
de sirenas afónicas. Hay rostros
escurridos como cera derretida.
Quiero terminar diciendo
esto. Que su poesía es todo observación, es todo ojos. Solís Calvillo, el
hombre de la eterna guayabera, el del pelo lacio peinado hacia atrás, el de
ojos color de menta, nos dice lo siguiente:
Pedí tacos de ojo. Me preguntaron que si de
buey o humano.
Pedí de buey. Los de humano son ojos de miedo que han visto guerras, traiciones
y genocidios. Me sirvieron al instante un ojo de buey, hermoso, brillante,
acompañado de pasto verde como guarnición. Pude ver rápido a través del ojo
vacuno hermosos campos en primavera o verano, con un verdor propio del paraíso.
Estaba en eso cuando le di la primera mordida al taco, sobre todo en la parte
de tortilla y hierba, aún no de ojo. Y sentí al instante que este hubo de
retraerse unos milímetros, suficientes para escapar de la tarascada. Me asomé a
esa parte del taco donde ya se alcanzaba a ver el ojo, refulgente. Lo miré y me
miraba azorado, como en atisbo en un orificio de puerta. Desperté con hambre.
En Señal de humus siempre Hay
alguien que por las tardes, escribe tu nombre en la agreste tierra, en donde como milagro comienza a crecer la
hierba.
Solís Calvillo
con su hija Cinthia
Atentamente: Jaime Ruiz
Texto leído en la Galería de Arte el Jaguar Despertado
El
lunes 1 de diciembre de 2014.
TALLER LITERARIO DEL JAGUAR DESPERTADO