El
cau-cau, animal de la ausencia, viaja en el hueco
de tu mano.
Homero Aridjis
Desde
que se publicó su primer libro El ojo es
una alcándara de luz en los espejos (Fondo Editorial Tierra Adentro, 1996),
Jeremías Marquines nos ha mostrado una virtuosa habilidad en el uso de un
lenguaje distinto. La exploración de nuevas formas y, como aquel divino
alquimista que ensaya neologismos que él mismo inventa, Marquines practica un
nuevo discurso. Es un pájaro distinto dentro de las especies de la geografía
tabasqueña y nacional.
Con
frases como “pájaro morido”, “tristura”, “rompidas puertas”, lo comprueban. Su
poesía se inclina a las palabras con una carga triste:
Escribe:
Y si algo nos
duele no es el viento ni su forma
silenciosa de
matar que nos espanta.
Lo que duele es
esta ausencia quebrándonos los ojos
esta manera
simple de morir
esta sangre
aullando entre las venas…
Yo
conocí al poeta Jeremías Marquines en 1997, en el desaparecido Café Selectos ubicado
en el centro de la ciudad de Villahermosa. El poeta Roberto Velázquez Pacheco nos
presentó. Hablamos esa mañana de poesía y sobre la literatura tabasqueña. De
los últimos libros publicados por estas aguas y sobre un lugar para poder ir a
tomarnos unas cervezas llamado El Cuarto Frío. Sobre la carrera que empezaba yo
a estudiar, y sobre mis deseos de incursionar en un futuro no muy lejano en el
periodismo.
El
calendario marcaba el 4 de noviembre de 1997, y los periódicos informaban de
los muertos por hipotermia registrados en el norte del país. En el interior de
sus hogares: La muerte los había alcanzado a domicilio. Su tono era duro y sus
frases secas.
(Quedamos
de vernos pronto. Cosa que no sucedió durante mucho tiempo…)
Años
después nos encontramos y una amiga en común, la poeta Verónica Sánchez Marín
‘nos volvió’ a presentar: “Él es Jaime Ruiz —dijo ella— y trabaja como editor
en un periódico local”.
Jeremías
―con la ironía y el sarcasmo que lo caracterizan— contestó el saludo de la
siguiente manera: “Yo soy periodista deadeveras
y no mamadas como los de aquí”, dijo tajante, casi endiablado, mientras
empuñaba con su mano derecha, una cerveza Sol que acababan de servirle.
Yo
lo desarmé invitándole en la rocola
del bar, unas canciones de la Sonora Santanera. Repetimos hasta el cansancio
“Perfume de Gardenias” y “Amor de Cabaret”.
Marquines
se derrumbó sobre su silla y, como un dragón domesticado, fumaba con odio sus Delicados
sin filtro, mismos que reemplazaba constantemente… Detrás de la máscara de humo
que se formaba y deshacía, se asomaba su sonrisa que relucía un diente ausente:
Un hoyo… Y es precisamente un agujero lo que nos tiene aquí reunidos:
el de La Pantera Rosa.
(Porfirio
Díaz) Ervey Castillo, Jeremías Marquines, Armando Alanís y Jaime Ruiz
Dónde tiene el
hoyo La Pantera Rosa es un poema erótico y violento de 21
fragmentos, divididos en 30 cuartillas.
Acapulco
a medio día. Un personaje raro, fuma, toma un taxi, “siga mi mano”, le dice.
Intenta siempre destapar una cerveza y no lo consigue. Acapulco a medio día.
Quiere comprar un ventilador, abordar un barco. ¿Qué es el hoyo? Dicen los que saben:
algo que puede estar lleno de nada, es una ausencia presente. Para las malas
lenguas, acostumbradas a frecuentar estas cavidades: a un hoyo “mientras más le
quitas, más grande se hace”. Como buscar lo que es ausencia. Palpar la redondez
del vacío.
Delante
del hoyo, a un lado de él, del otro, en medio del hoyo; fuera de él, lo habita;
contempla sus orillas. “Los cuerpos buscan hoyos. Repeticiones de sí mismos”.
El hoyo es jaula, libertad encarcelada, aprendizaje de uno mismo. Tiene la
forma de un beso, una mordida, un aro de humo.
Escribe
Marquines:
Junto a la
ventana
una caja fuerte,
adentro.
La noche azul en
la ventana.
La luna en la
luna.
Las estrellas
crían peces.
Un hombrecito
quiere robarla.
Intenta con
cincel y martillo,
con llaves
maestras,
con dinamita.
Siempre fracasa;
resbala,
cae por la
ventana,
la caja lo
aplasta,
se lastima.
Nada hay afuera,
que no sea la
noche.
Continúa
en otra parte:
El hoyo es
siempre todo en todas partes.
Te doy un beso,
necesito un martillo
para matar a los
gallos del vecino
y al vecino
vuelvo a apretar
tus nalgas antes de partir.
El hueco es filosofía. Presentimiento. Al igual que José Carlos Becerra, en
el poema La otra orilla, Jeremías se
pasea por los bordes del hoyo, coquetea, y no sabe si está en el fondo, en el
centro, o en otra parte.
Cuando realizaron el personaje The
Pink Panther o La Pantera Rosa, los creadores pensaron en un dibujo animado
que tuviera como principales características tres cosas: que fuera graciosa,
muda y de color rosa. Pero ¿quién diablos iba a ponerse a imaginar en Dónde diantres tiene el hoyo La Pantera Rosa? Esa es tarea sólo para Marquines.
El
personaje se sienta bajo el sol en unas vías de trenes que se bifurcan hacia
ninguna parte, en su sillita enana, mientras observa a las gaviotas que
costuran la tarde con el mar, el agua con el cielo. La Pantera Rosa,
dominguera, paseante, abre la cerveza.
Y
hoy lo veo, mostrando una dentadura completa, en la que ya no existe
hoyo. Un poco más serio y recatado, seguramente pensando que saliendo de aquí
podríamos ir a El Cuarto Frío, ese mítico bar de Villahermosa donde hace algunos años prometimos
tomarnos unas cervezas, y bajo el cual hace poco abrieron un negocio donde
venden jugos y licuados, que se llama La Pantera Rosa.
Jeremías
Marquines:
Por Rogelio Urrusti
Texto leído bajo el título:
“Varias especies de Pantera Rosa y sus formas de ser gris desde antes de todos
los adentros”, en el marco del VII Encuentro Iberoamericano de Poesía Carlos
Pellicer, durante la presentación del libro Dónde
tiene el hoyo La Pantera Rosa.
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Fotos: Archivo personal/Instituto Estatal de Cultura
NO ME GUSTA SU POESÍA, YA QUE ES UN POETA INICÁSTICO, E INICÁSTICO DE A DEVERAS NO MAMADAS. A ÉL, PERSONALMENTE SE LO DIJÉ.
ResponderEliminarMe suena, me suena.
ResponderEliminarSaludos, ese.
Por cierto, ¿quién es ese Unknown que anda nomás gugleando al Marquines y comentando a diestra y siniestra que es 'inicástico'?
Y, ya de pasadita, ¿qué coños es inicástico?
Me llamo Ricardo Aguirre.
EliminarSi icástico es lo natural, sin disfraz ni adorno; ¿qué será entonces lo inicástico?
Lo entrevisté alguna vez y debido a qque le gusta hablar muy gerundiano, entre otras cosas me preguntó al no entender por qué lo atacaba: ¿Y tú... cuál es todo tu armastrote? (sic y recontrasic).Casi me meo de la risa.
Quizá, si le preguntas a él, niegue el conocerme, pero bien sabe quién soy.
Atte: Ricardo Aguirre B.
PS: tengo la entrevista grabada, por si la quieres, dice una bola de mamadas, las mismas que en muchos lados le aplauden. Me terminó por fastidiar tras escribir una tras otra que los guerrerenses somos "pendejitos".
PS2: Me rehuye, desde el 2002 en que escribí cinco artículos contra él. Debido a que en la entrevista, que menciono arriba, me dijo que no leía todo lo que salía en los periódicos, es que con mi secretaria (soy pediatra) le mandé los restantes cuatro artículos que escribí contra él. A otros les contesta, a mí me tuvo y tiene miedo.
PS3: Escribí una crítica literaria a su libro "Las formas de ser gris adentro." Él la tiene, que te la enseñe.
PS4: No soy escritor ni poeta, más bien soy médico, poeta y loco.
Te recomiendo leer la reseña de Marco Antúnez Piña al poemario “Acapulco golden.”
EliminarAtte:
Ricardo Aguirre
Gracias por los datos. Muy lúcida la reseña de Antúnez (se puede leer aquí https://resenariopoesia.wordpress.com/2012/06/22/la-anecdota-no-es-suficiente/). Estaría bien leer una réplica de Marquines a ella, me parece.
ResponderEliminarInicástico, ¿eh? Me parece bien.
Saludos.